Después de la humillación, más humillación, no es bastante
que lo coronen de espinas, que lo azoten y que le golpeen la cabeza, ahora
tiene que cargar con la cruz, llevar el madero mortal al lugar donde será
crucificado, y lo hace con amor, amando hasta esa cruz que carga en sus
espaldas. Señor, gracias por darnos ese ejemplo de aceptación y de entrega a
Dios.
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