Cuenta tras cuenta, ave María tras ave María, rosario tras
rosario, y el Hijo clavado. ¿Cómo consolarte si no es rezando? ¿Cómo
acompañarte si no con el corazón? ¿Cómo no estar contigo si no en el espíritu?
María, Madre de Dios y nuestra, un puñal te atravesó el corazón, pero tu fe es
la luz de la esperanza en el Coro de los Apóstoles, que sería de la humanidad
sin la expectación de María tras la muerte del Hijo, que sería de nosotros sin
su intercesión.
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